RADÓN
El Radón en las viviendas
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2.1. ¿Por dónde entra el radón en las viviendas?
El radón puede suponer un problema en cualquier tipología de vivienda, ya sea nueva construcción o vivienda existente, con corrientes de aire o bien aislada, con o sin sótanos, siempre que no tengan las medidas de protección adecuadas.
Este gas, más pesado que el aire, se difunde fácilmente desde el subsuelo, donde se encuentra en mayor concentración, hasta la atmósfera y el interior de las viviendas donde suele penetrar por convección a través de las plantas más bajas que están en contacto con el terreno. Por regla general y debido que la densidad del radón es superior que la del aire, las mayores concentraciones de este gas en un edificio se localizan en las plantas inferiores como sótanos y plantas bajas. En ocasiones se han encontrado valores de concentraciones altas en plantas superiores, cuando existe una comunicación entre plantas, debido al tiro térmico que asciende por los conductos.
Pero, ¿cuáles son las posibles vías de entrada del radón en las viviendas?
- A través de la solera ya sea a través de las juntas de dilatación, de las fisuras o del propio hormigón. A través del forjado sanitario: el gas procedente del terreno puede acumularse en la cámara de aire bajo el forjado y cuando ésta no tiene ventilación, puede traspasar el forjado penetrando en la vivienda.
- A través de los muros de sótano, en viviendas enterradas o semienterradas.
- Por el interior de las cámaras de aire en muros: tras penetrar en ellas, el radón puede moverse con facilidad y alcanzar las plantas superiores.
- Por los conductos de saneamiento: puesto que éstos conectan los baños, aseos y cocinas con las arquetas de la red horizontal de distribución situada generalmente bajo la solera.
Otras vías de entrada
Además de la infiltración de gases del suelo por diferencia de presiones, como ocurre en los casos mencionados anteriormente, el radón también puede llegar a nuestras viviendas a través de las emanaciones procedentes de los materiales de construcción o a través del agua de pozos o manantiales. Aunque en ambos casos las concentraciones de radón son insignificantes.
Los materiales de construcción, por lo general, no suponen un riesgo, puesto que las piedras de granito empleadas en la construcción tienen una capacidad de liberar radón diez veces inferior a la que tiene el suelo. De hecho, las aportaciones con las que estos materiales contribuyen en la concentración de radón en las viviendas se estiman solamente entre 10 y 20 Bq/m3.
Por otro lado, el radón presente en el agua potable procedente de fuentes subterráneas como pozos o manantiales puede pasar al aire de los espacios interiores, siendo más importante la cantidad de radón que se inhala al respirar que la que se ingiere al beber. Gran parte del riesgo que genera en el agua proviene de las emisiones de gas en el aire cuando usamos el agua de duchas o cuando realizamos las tareas domésticas. Se estima que los sistemas públicos de abastecimiento de aguas la concentración media de radón oscila entre 0,4 Bq/l y 20 Bq/l, dependiendo si el agua procede de fuentes superficiales o subterráneas. La OMS y la Comisión Europea consideran que por debajo de 100 Bq/l no es necesario realizar controles en abastecimientos públicos.
Por tanto, podemos afirmar que el radón procedente del subsuelo sobre el que se encuentra construida la vivienda, entra en las viviendas atravesando soleras, forjados o muros por cualquier fisura o grieta que haya en el suelo, por pequeña que ésta sea. Del mismo modo, puede colarse por las juntas no estancas entre el suelo y las paredes, por los espacios alrededor de cables o tuberías o por los sumideros y desagües.
2.2. ¿Cuáles son los factores que más influyen en la concentración de radón en viviendas?
La concentración de radón en una vivienda depende de una serie de factores, siendo los más influyentes los geológicos, constructivos y meteorológicos:
A. Factores geológicos
- La concentración de gas radón en el terreno, es decir la cantidad de uranio presente en las rocas y en el subsuelo.
- El grado de fracturación del terreno, de modo que cuanto mayor sea ésta, más alta será la movilidad del radón.
- La permeabilidad al aire del terreno, cuanto más permeable mayor será la cantidad de radón que pueda entrar en las viviendas.
- El grado de saturación de agua del terreno, de manera que una alta saturación llevará consigo una baja movilidad del radón a través del suelo.
B. Factores constructivos
- La existencia de sótano en la edificación.
- La existencia de sótano o de forjado sanitario, que pueden funcionar como espacio de contención.
- La ventilación o capacidad de intercambio de aire entre el interior y el exterior, que depende del grado de aislamiento del edificio, así como de los hábitos de ventilación de sus habitantes.
- La presencia de elementos que puedan actuar como barreras contra el radón.
- La estanqueidad del edificio, es decir, las posibles vías que el radón encuentra para filtrarse en el interior. De hecho, se observa un incremento de las concentraciones de radón a consecuencia de la construcción de viviendas más estancas con el fin de alcanzar un mayor ahorro energético.
C. Factores meteorológicos
- La diferencia de presión existente entre el gas retenido en el terreno y el exterior.
- Las precipitaciones: Relacionadas con la reducción de la permeabilidad del suelo alrededor de la vivienda, esto provoca una salida del gas a través del suelo seco que se encuentra bajo la vivienda.
- La temperatura: Las variaciones de temperatura, cuando en el interior es inferior al exterior, modifican el gradiente de presiones entre el interior y el exterior, produciendo un efecto chimenea que crea una pequeña depresión en el interior de la vivienda, favoreciendo la succión del radón presente en el terreno.
- El viento: Presenta efectos contrarios. Por una parte, la velocidad del viento influye de manera positiva en la concentración de radón en el interior de las viviendas, al favorecer la filtración a través de la carpintería de aire con bajas concentraciones de radón que reducirá la concentración interior del mismo. Y por otra, las presiones y succiones provocadas por el viento en las fachadas, genera una diferencia de presiones entre el interior y el exterior que favorece la entrada de radón en la vivienda.
Atendiendo a su influencia, debemos indicar que los factores que más influyen en la concentración de radón en la vivienda son los geológicos, puesto que un terreno que no tiene concentración de radón no lo puede exhalar. Los factores constructivos de la edificación o vivienda son determinantes ya que pueden evitar la entrada de radón aunque esta este situada en una zona de riesgo. Y por último, los factores meteorológicos que influyen en la variación del nivel de concentración, pero no tanto en su existencia.
Además de la localización de la vivienda, factores como la forma en la que fue construida, los materiales de construcción, el estado en el que se encuentra, los hábitos de ventilación, o las medidas de eficiencia energética que suponen un mejor aislamiento de las viviendas, pueden repercutir en los niveles de radón existentes en el espacio a analizar. Además, dichos niveles pueden variar a lo largo del día y a lo largo de las estaciones climáticas como consecuencia de distintos factores.
2.3. ¿Cómo saber si nuestra vivienda está situada en una zona de riesgo?
Lo habitual es que todas las viviendas contengan radón en concentraciones bajas. Sin embargo, como hemos visto, existen determinadas zonas geográficas que, debido a su geología, cuentan con una probabilidad mayor de niveles elevados de radón.
Para saber si nuestra vivienda está situada en una zona geográfica de riesgo podemos consultar el Mapa del potencial de radón (www.csn.es/radon) elaborado por el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) que nos indicará cuál es el nivel de riesgo existente en la zona en la que está construida.
El mapa clasifica las distintas zonas del territorio nacional en función de sus niveles de radón y, más particularmente, identificando aquellas en las que existe un porcentaje bastante elevado de edificios residenciales que presentan concentraciones superiores a 300 Bq/m3. Para ello, se han tomado más de 12.000 medidas de radón en viviendas, agrupadas por unidad litoestratigráfica y el rango de exposición a radiación gamma natural, obtenido a partir del Mapa MARNA.
Las mediciones se basan en medidas de radón tomadas en plantas bajas, o en los primeros pisos cuando las plantas bajas no estaban habitadas. Por tanto, no representan directamente la exposición de la población. En general, el riesgo asociado a las plantas subterráneas es mayor que el que reflejan los mapas, mientras que en los pisos altos suele ser inferior.
Las áreas establecidas según estos criterios de agrupación se dividieron o combinaron posteriormente a fin de obtener unidades con niveles de radón homogéneos, dando lugar a las siguientes categorías o niveles:
- Nivel bajo o categoría 0: los niveles de radón que llegan a la superficie suelen ser bajos Esto puede ser debido a una baja concentración, a una baja permeabilidad o a la combinación de ambas (menos de 300 Bq/m3).
- Nivel medio o categoría 1: los niveles de radón son un poco más altos y resulta necesario el empleo de alguna técnica de mitigación, habitualmente la utilización de un sistema pasivo suele ser suficiente (entre 300 y 400 Bq/m3).
- Nivel alto o categoría 2: la concentración de radón es bastante más elevada (más de 400 Bq/m3).
La finalidad de este mapa es facilitar el desarrollo del Plan Nacional de Actuación contra el Radón que exige la Directiva Europea, priorizando las actuaciones de prevención o mitigación en las comunidades autónomas que presentan una mayor exposición al mismo.
La información proporcionada por el mapa es orientativa e indica si la vivienda está en una zona de riesgo potencial. Por tanto, cuando nuestra vivienda se encuentre en una zona de nivel medio o alto en potencial de emisión de radón, con concentraciones superiores a los 300 Bq/m3, es recomendable medir la concentración real de radón acumulada en la misma para determinar cuáles son las medidas de mitigación más adecuadas.
2.4. ¿Obliga la legislación a tomar medidas de mitigación o remediación en las viviendas existentes?
La normativa reciente de protección frente a la exposición al radón, que se desarrolla a través del documento básico del Código Técnico de la Edificación, DB-HS6, Protección frente a la exposición al radón, determina las medidas de protección necesarias en los edificios. Este documento es de obligado cumplimiento a los edificios en los que se realice un cambio de uso o en aquellos edificios que se reformen, cuando se realicen modificaciones que permitan aumentar la protección frente al radón o alteren su protección actual.
Los edificios de viviendas existentes en los que no se vayan a realizar obras de reforma del tipo de las especificadas la normativa no obliga a sus propietarios a que tomen las medidas establecidas, ya que no tiene carácter retroactivo.
Por tanto, los propietarios de viviendas existentes no están obligados a acometer obras de mitigación o remediación para bajar la concentración existente de gas radón en el interior, aunque es recomendable si la concentración de radón que tienen es mayor que 300 Bq/m3 en las plantas habitables y su ocupación es permanente.